A partir del diagnóstico del Queratocono, en mi familia todo eran dudas e incertidumbres, sin saber bien qué hacer. En la clínica Barraquer nos dieron un presupuesto elevadísimo (para nuestras posibilidades), y además, había que sumar los desplazamientos y las estancias en Barcelona. Como el ojo derecho lo tenía prácticamente inútil, me pusieron una lentilla especial con una graduacion muy alta, para que pudiera defenderme.
Así pues, acudimos a la Seguridad Social, en Logroño, en el desaparecido Hospital San Millán, con el diagnóstico que nos habían dado en la clínica Barraquer. Allí nos atendió, el Doctor Velilla, DEP. Fue un doctor super amable, y nos explicó que en La Rioja querían hacer trasplantes de córnea, pero que todavía no los hacían. Nos puso en lista de espera, comentando que, si quería, yo iba ser de los primeros en La Rioja. Nos puso en contacto con Jesús Jadraque, un chico de 34 años por aquel entonces, que iba a ser el primero en recibir un trasplante en La Rioja, a manos de un riojano ilustre, el Doctor D. Ramón Castroviejo, que quería ser profeta en su tierra.
El problema era conseguir dos córneas, para hacer los trasplantes. Desde el primer momento, nos lanzamos en una serie de campañas de prensa, radio y televisión local, a hacer un llamamiento a la sociedad, en busca de donantes. Queríamos crear el banco de Ojos. Tras más de un año de espera, el momento llegó. El 6 de Abril de 1982, la familia de un señor de 80 años, que había fallecido en accidente de tráfico, nos donó las córneas, para que el Doctor Castroviejo pudiera operarnos. Fue un acontecimiento en Logroño, mi ciudad natal. Recuerdo el día de la operación como si fuera ayer, había mucha expectación, prensa, radio, televisión, cuando llegó el Doctor procedente de Madrid. Nos convertíamos en hermanos de córnea, los primeros en La Rioja. http://www.larioja.com/prensa/20070406/rioja_region/hermanos-cornea_20070406.html
Todo salió bien, la operación fue un éxito. Recuerdo como si fuera ayer el momento en que me quietaron el vendaje, y pude ver la cara del doctor que tenía delante, cosa que antes, no podía. A partir de entonces, 15 días en el hospital, donde nos trataban a “papo de rey”, y a casa, a proseguir con la lenta recuperación, por miedo al temible rechazo.
Para un niño de 13 años fue duro, pasar el verano sin poder salir a jugar, ni piscina, ni nada. En Julio, notamos que mi ojo no iba bien, así que los doctores de aquí nos aconsejaron llamar al Doctor Castroviejo, que estaba pasando sus vacaciones en Oviedo, con su amigo el Doctor Fernández- Vega. Nos dijo que fuéramos para allá. En cuanto me vio el ojo, me dijo que tenía un edema, con riesgo de rechazo, que había que curar con pomada. Estuvimos allí una semana, hasta que se reabsorbió el edema, y nos volvimos para casa
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